El tiroteo del lunes en Madison, Wisconsin, ocurrió cerca de un aula donde uno de los cuatro hijos de Kellen Lewis, un estudiante de tercer grado, asistía a clases.
Una bala perforó una tubería en la sala y el agua salpicó los zapatos de su hijo. Podían escuchar a personas corriendo en el pasillo, gritando sobre un atacante activo. Su hijo y otros compañeros se apiñaron en una esquina después de un anuncio de cierre.
“Mi hijo de tercer grado mencionó que su maestra se paró entre la puerta y donde los niños se escondían con unas tijeras”, lista para defender a los niños en el aula, dijo Lewis a Jake Tapper de CNN.
Lewis dijo que sus cuatro hijos tienen entre 4 y 12 años y los mayores entienden lo que sucedió. Están bien, dijo, y no tienen miedo de volver a la Abundant Life Christian School.
Cuando habló con cada niño, destacó todas las cosas que salieron bien, dijo en “The Lead”.
“La escuela los había preparado para este tipo de situación. Trabajaron ese plan. Hicieron lo correcto”, dijo. “Y reforzaron ese sentido de autonomía en los niños para que, cuando recuerden esto, recuerden que tomaron las decisiones correctas. Y, afortunadamente para ellos, todo salió bien”.
