El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) está controlando la situación de la erupción del volcán y, en su último boletín, ha confirmado con sus cámaras térmicas la presencia de flujos piroclásticos, coladas con lava y gases que se mueve a nivel de suelo.
El flujo, explica el observatorio, probablemente se ha producido por el colapso de una parte del cráter sureste, pero “el material caliente” “parece no haber sobrepasado” el Valle del León, que los excursionistas suelen franquear en su ascenso al Etna.
La primera notificación del INGV se produjo a las 2.39 hora local (00.39 GMT) de la pasada noche, cuando avisó de “una repentina variación de los parámetros” a una altura de 2.800 metros en este enorme y muy activo volcán siciliano.
Después, constató la actividad de tipo ‘estromboliana’ –explosiva, pero que libera una “modesta” energía– en el cráter sureste, así como “un gradual incremento” de los temblores.
En el último parte, el INGV informa de que la actividad explosiva en el cráter sureste ha derivado en erupciones de lava y el temblor volcánico ha alcanzado “valores muy altos”.
Esta erupción pudo ser perfectamente observada desde la cercana ciudad de Catania (sur), que no obstante mantiene su aeropuerto operativo.